“La pandemia fue y sigue siendo una tragedia humana mundial. Pero para los ecólogos, también ha sido una oportunidad sin precedentes para aprender más sobre cómo las personas afectan el mundo natural, al documentar lo que sucedió cuando nos alejamos de manera abrupta de él. Una creciente bibliografía pinta un retrato complejo de la ralentización de la actividad humana que ha llegado a conocerse como ‘antropausa’”, dice Emily Anthes en el New York Times.
“‘Los seres humanos desempeñan un doble papel’, afirmó Amanda Bates, científica de la Universidad de Victoria en Canadá. Dijo que actuamos como ‘amenazas para la vida silvestre’, pero también somos ‘guardianes de nuestro medioambiente’”.
En un artículo publicado en junio de 2020 en Nature, Ecology and Evolution, Christian Rutz, Bates y otres diez especialistas explicaban: “Nos dimos cuenta de que la gente empezó a referirse al periodo de encierro como la ‘Gran Pausa’, pero pensamos que un término más preciso sería útil. Proponemos ‘antropausa’ para referirnos específicamente a una considerable ralentización global de las actividades humanas modernas, especialmente los viajes. Sabemos que el prefijo correcto es ‘anthropo-’ (de ‘humano’), pero hemos optado por la forma abreviada, que es más fácil de recordar y utilizar, y en la que el “po” que falta sigue resonando en la pronunciación de ‘pause’”)”. Una palabra-valija (N68P08) clásica.
En marzo de 2022, Rutz sostiene en Nature Reviews Earth & Environment: “La palabra ha tocado una fibra sensible y ha suscitado una gran atención entre científicos, académicos, artistas, periodistas y el público en general”. Y detalla: “Una antropausa es una reducción inusual, sustancial y temporal de la movilidad humana a escala continental o global, que puede provocar diversas respuestas ambientales, con impactos beneficiosos, adversos o nulos para la conservación. Un antropulso es el fenómeno inverso que podría seguir directamente a una antropausa”. Guarda.