10. Comproludio

“Una entrada reenvía a otra y a otra, en una trama de remisión interna”, decía Tantanian en la presentación del Diccionario Utópico de Teatros. ¿No hacen eso las palabras? El antidiccionario lleva al exonario de Jorge Mux, que lleva a su última entrada (en el blog, no en el libro):  “Comproludio:
(Sustantivo. Del latín con = junto, completo; pro = continuidad y ludus = juego)
Juego que contiene entre sus reglas la posibilidad de continuar jugándolo una vez terminado.”

Desarrolla Mux: “Las calesitas son comproludios: dentro del propio juego, es posible sacar la sortija, lo que permite continuar jugando. En cambio, el pool no es comproludio porque ninguna regla interna del juego permite seguir jugándolo una vez terminada la partida; ni tampoco hay reglas que permitan ganar bolas para que el juego se extienda. (…) Muchos videojuegos son comproludios, en tanto pueden obtenerse ‘vidas’ o incluso créditos para continuarlo (Es necesario que su trama permita jugar indefinidamente. Se trata de juegos que pueden ‘darse vuelta’, esto es: una vez que se llega al final de la trama, esta recomienza una y otra vez hasta que ya no queden vidas)”.
Vidas.
“En los comproludios, existe la posibilidad de jugar indefinidamente con una sola ficha o boleto inicial. Es posible, en principio, pagar una vez el ticket de la calesita y luego sacar la sortija por toda la eternidad -o, al menos, hasta que el calesitero decidiera cerrar. Podría pensarse, no obstante, en una calesita que jamás cierra sus puertas por culpa de un cliente endemoniado que saca continuamente la sortija (a su vez, para ello, es necesario pensar en un calesitero endemoniado que no detiene jamás la calesita, ni de noche, ni con lluvia, ni con el paso de las décadas).
El comproludio contiene el estímulo y la ilusión del juego eterno y recursivo. Nos promete que si entramos en sus reglas, podremos estar sometidos a ellas por siempre, como si gracias a ellas tuviésemos la chance de escapar del destino de vejez, enfermedad y muerte que nos espera a todos. La sortija es un objeto creador de futuro: nadie muere en las vísperas, ni con la sortija recién ganada en mano.”