Mientras tanto en los medios: “Churnalism intensifies”, tuiteó el viernes Juan Brodersen. Respondía a un tuit de Federico Poore que mostraba una nota de La Nación Propiedades. “Un nuevo shopping en Recoleta: cuándo se inaugura y cuáles son las marcas internacionales que buscan desembarcar”, decía el título. Bajada: “El ex Buenos Aires Design ya cuenta con cerca de la mitad de la obra completa y el 35% del espacio alquilado”.
“Churnalism” (o “churnalismo”, con muy baja ocurrencia) me había mirado ya desde la edición del 11 de agosto del newsletter de Press Gazette – Future of Media, de Dominic Ponsford, que lleva como asunto “Churnalism revisited”. Allí remite a su artículo “Churnalism 2022: ¿De dónde obtienen sus historias los principales sitios web de noticias del Reino Unido?”
“Churnalism es una palabra que saltó a la fama en 2008 con la publicación de Flat Earth News de Nick Davies. Por aquel entonces, descubrió que el 80% de las historias de los periódicos nacionales de calidad se originaban, al menos en parte, a partir de cables o comunicados de prensa. Davies dijo: ‘Ahora, más que nunca, es probable que nos dediquemos a la producción masiva de ignorancia porque las corporaciones y los contables que nos han absorbido nos han despojado de nuestro personal, han aumentado nuestra producción y han terminado por encadenarnos a nuestros escritorios’”.
Ponsford se pregunta qué porcentaje del contenido de los seis mayores sitios web de noticias comerciales del Reino Unido es periodismo original, hace números e invita a chusmear su Excel. La respuesta no nos sorprenderá.
“Se atribuye al periodista Waseem Zakir la acuñación del término ‘churnalismo’ mientras trabajaba para la BBC en 2008 (aunque el propio Zakir recuerda que fue una década antes)”, dice la Wiki. Y explica que es “un portmanteau de ‘churn’ y ‘journalism’”. Otra palabra-valija, donde churn es un verbo: batir, agitar, revolver. ¿Quizás de ahí a remixar, remezclar? En español hablamos de refrito: metáforas de fast-food, de hacer con lo hecho.