“La ministra Vizzotti confirmó que el brote de neumonía en Tucumán fue por legionella”, tituló El Tucumano ayer. Y luego: “Confirmó el resultado de las muestras enviadas al Instituto Malbrán a partir del brote de neumonía en el sanatorio Luz Médica, que ya tiene once contagiados y cuatro fallecidos. (…) “’Tenemos once pacientes con estas características de neumonía bilateral en grave estado, con un foco común que es el sanatorio”, detalló el ministro de Salud Pùblica de Tucumán, Luis Medina Ruiz. ‘Se está aislando en la PCR una bacteria que se llama legionella y se está tipificando el apellido de esa bacteria. (…) Desde el punto de vista sanitario, se confirma que se trata de un brote de legionella posiblemente pneumophila’, sentenció Vizzotti”.
Las cuatro personas murieron en la misma semana.
Yo no sé si antes del COVID (¿te acordás del COVID?) estábamos tan atentes a cada brote, cada virus o bacteria. Ahora, de a ratos, siento como si el COVID nunca hubiera existido. Pero las secuelas están.
Mientras tanto, en el mundo de las grandes empresas farmacéuticas, Moderna demandó a Pfizer y a BioNTech por la patente del ARN mensajero que se usó en las vacunas contra el COVID-19. Seis millones y medio de muertes después.